Frente al recrudecimiento de los efectos de la catástrofe climática y el fortalecimiento del neofascismo a lo largo del planeta, la capacidad de adaptarse a entornos cambiantes de maneras colectivas y creativas, se vuelve urgente. Más aún, frente al agotamiento de viejos modelos para fundar y sostener el tejido social, dándole sentido a la experiencia humana, las experiencias que la improvisación artística nos ofrece en tanto práctica de imaginación, pareciera dotarla de un potencial político relevante. En efecto, como lo han señalado Heble, Fischlin y Lipsitz en su libro The Fierce Urgency of Now, si podemos adjudicarle un carácter crítico a la improvisación es porque supone la invención de posibilidad donde pareciera cerrarnos el paso la imposibilidad. O, en palabras de Jacques Derrida –para quien la improvisación supone una aporía en tanto producción de diferencia y novedad a partir de un ejercicio combinatorio–, de lo que se trata es de apostarle a algo imposible, pero necesario.
Improvisar es arreglárselas frente a la contingencia; el azar de la vida que nos sale al paso. Si seguimos a Mallarmé, el azar sería anulación de la dicotomía afirmación-negación, dando lugar a un absurdo. Sin embargo, como éste también queda en suspenso por el azar, que tampoco lo afirma ni lo niega, se abre espacio para la materialización de lo infinito. En el contexto de la improvisación habría que comprender este in-finito como lo carente de límites y, por ello, de determinaciones: es lo in-definido, lo in-forme. Por ello es que lo que se avecina, lo que acontece, es incalculable, anulando la posibilidad de anticiparlo con la mirada de la razón (i.e. im-pre-visible). Improvisar supone así una apertura, un estar-listo para responder a la alteridad de la alteridad arribante, dejándonos afectar por tal encuentro. Lejos de la lógica figurativa y distante de la mirada, de lo que se trata es de un escuchar, un dejarse tocar para tocar de vuelta: con-tacto.
Estando convencidos de la importancia de la improvisación para toda vida –biológica, psíquica, social o de otro tipo de sistemas complejos–, hemos instalado un portal virtual dedicado a la improvisación. Nuestro interés es promover un espacio de encuentro para todas aquellas personas interesadas en la improvisación, sean artistas profesionales, críticos, entusiastas o porque encuentren útil esta noción como herramienta para el pensamiento. Comprendemos la improvisación tanto como un conjunto de prácticas artísticas particularmente ebullicentes, capaces de generar el arte más contemporáneo posible, como aquellas estrategias utilizadas por todo lo vivo para insistir en la existencia –es decir, lo que desde una perspectiva spinozista podríamos considerar una clara expresión del conatus–.
Buscamos contribuir a la consolidación de los estudios críticos de la improvisación en castellano, pues encontramos en este campo un enorme potencial para generar conversaciones transversales entre quehaceres sumamente variados, capaces de desplazar fronteras disciplinares hoy en día caducas. En efecto, lejos de tratarse de un pensamiento sobre la improvisación, el llamado que este campo de experimentación nos hace es el de pensar desde ella, interpelando a todo el saber desde su singular lógica. Se trata de una invitación a pensar en términos de una ontología procesual, relacional e indeterminada, que choca directamente con la metafísica occidental al diluir varias de sus dicotomías (por ejemplo, la de repetición y diferencia).
De manera particular, les queremos extender una invitación a sumarse a lo que no pretende ser otra cosa que una improvisación colectiva, generadora de su propia huella. Siguiendo la propuesta que la crítica española Henar Rivière elabora a partir de su interpretación de la obra del artista húngaro György Galantai, la plataforma 17, Impro –cuya url es www.17impro.org– se asume como un archivo activo, es decir, como un archivo que genera el propio material que archivará. O, dicho de una manera más cercana a nosotr_s: un archivo capaz de improvisar, detonando procesos colectivos de creación.
Ahora bien, ¿cómo puede un archivo improvisar? Ante todo, se trata de un archivo que tiene como finalidad la creación, antes que la conservación. Pero, y he aquí un punto medular, se trata de la elaboración de algo muy particular: lazo social. Efectivamente, desde la óptica de un archivo improvisador, el vínculo social es asumido como un arte. Retomando al Foucault tardío, de lo que se trata no es ya de convertir la vida en una “obra de arte”, sino algo quizás aún más radical: asumir la vida común como un proceso artístico o experiencia estética, y el arte como vida en común.
La plataforma está conformada por cinco distintas secciones, más la página de inicio: Improvisar, Decir, Anunciar, Improvisar con ñ y Vincular. La primera de éstas está destinada a almacenar todo tipo de registro audiovisual de improvisaciones artísticas. Por su parte, Decir tiene como objetivo reunir material discursivo que se encargue de reflexionar en torno a la improvisación, ya sea por medio de la palabra escrita o hablada, mediante videos o archivos de audio. De manera similar, Improvisar con ñ es un blog que contiene textos que versan sobre el tema, teniendo como diferencia fundamental con la sección Decir la extensión de los escritos. Anunciar es un espacio dedicado a la difusión de distintos eventos –sean conciertos, presentaciones de libros, conferencias, cursos, congresos, etc.–. Está abierta la invitación a todo mundo para contactarnos a improvisacion@17edu.org, correo del área de Improvisación de 17, para compartirnos material que quieran que sea difundido. Por último, en la sección Vincular, l_s usari_s de la página encontrarán una agenda de profesionales dedicad_s a la improvisación, pudiendo crear sus propios perfiles para darse a conocer y posibilitar colaboraciones inéditas.
Los dados están echados… ¿Qué música escuchamos en ellos y cuál queremos producir con su movimiento?




