Pensar: Ajay Heble y Wade Matthews

Ricardo Lomnitz

Wade Matthews desglosa una serie de elementos estéticos, éticos y políticos que caracterizan a la libre improvisación, a la que distingue de otras prácticas de improvisación —incluyendo al free jazz— por su naturaleza no idiomática, en tanto las funciones que cada instrumento puede asumir no están dadas de antemano. Así, lo distintivo no es una sonoridad particular, sino las relaciones sociales que se ponen en juego. Recuperando la distinción conceptual planteada por Lydia Goehr entre impromptu y extempore, Matthews expone que, si bien en la libre improvisación no desaparece completamente la capacidad de prever por parte de los músicos, sí hay un esfuerzo consciente por fugarse de tal expectativa. En gran medida la afirmación de lo imprevisto es resultado de la generación de una intencionalidad colectiva surgida por la suma de varias intenciones, lo cual supone un duro cuestionamiento a la comprensión del artista como creador único. No obstante, se trata de un colectivo que abraza la singularidad de cada participante que, situándose desde una lógica del “qué pasa si…”, asume sus deseos mientras deja espacio para negociar los deseos de l_s demás.

Ajay Heble subraya la potencia crítica de la improvisación, comprendida como práctica de resistencia históricamente cultivada por comunidades marginales. En tanto posibilita la generación de maneras distintas de estar en el mundo con otr_s, la improvisación puede ser comprendida como una práctica de cuidado, lo cual es urgente en el presente. Heble resalta el vínculo entre improvisación e imaginación crítica, pues supone la creación de posibilidades donde solo pareciera haber imposibilidad. Al anular la noción misma de error y abrazar la incertidumbre, la improvisación se fuga y resiste a los sistemas impuestos, elaborando un constante desplazamiento de aquellas formas de actuar y pensar que se han solidificado, dificultando la imaginación de otras posibilidades para nuestro mundo.